Con el barro hasta los tobillos, una casa a punto de colapsar y una vía convertida en trocha por donde era imposible que alguien llegara a comprar los productos que cultivan como la ahuyama, era el diario vivir de Blanca Almanza, una campesina de Socavones del municipio de Luruaco, en el Atlántico.
Esta trabajadora del campo fue una de las beneficiadas de los arreglos de esta vía terciaria, pues la vereda era considerada como un camino de difícil acceso.
El cambio fue total. Ella se encargó de brindar la alimentación a los trabajadores de dicha obra y estos en retribución a su buena obra le cedieron los materiales necesarios para que terminara su casa.