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Entre recuerdos, lágrimas y mucha angustia, viven hoy los habitantes del municipio de Piojó tras haber perdido sus viviendas aquel 6 de noviembre en horas madrugada, cuando las fuertes lluvias no cesaban en el departamento y mucho menos en esa población. Allí se registró un fenómeno una remoción de masa que terminó por afectar 85 viviendas, de las cuales 50 quedaron totalmente destruidas, según los reportes de las autoridades locales.

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Por las calles de los sectores impactados por la ola invernal, tales como Camino Grande y El Cementerio, solo se percibe escombros, árboles caídos, tubos en el suelo y la añoranza de las familias damnificadas de que todo vuelva a ser como antes.

Pese a que las más de 176 familias afectadas fueron reubicadas por la Gobernación del Atlántico en albergues, instituciones educativas de Piojó y casas arrendadas, como hogares transitorios mientras el Gobierno nacional atiende la emergencia con la entrega de viviendas nuevas, el dolor persiste.

Mientras Nicolás De la Hoz transitaba por los alrededores de la que era su vivienda en el barrio Camino Grande expresó que es 'muy duro' perderlo todo. Con la mirada caída y viendo las estructuras de su casa en ruinas resaltó que se le debe dar gracias a Dios porque no hubo pérdida de vidas.

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A su vez, dijo que en este momento le están dando alojamiento en el barrio Villa Paraíso después que se desplomó su vivienda.

'Desde hace 53 años viví en esa casa, mi papá me la dejó al morir. Ahora le pido al Gobierno nacional que nos ayude a todos a volver a tener una vivienda propia', precisó De la Hoz.

Por su parte, Yarelis Revueltas Escobar, desde la Institución Educativa San Antonio de Piojó, donde se aloja temporalmente, se mostró agradecida con la Gobernación del Atlántico por brindarle un techo a su familia, pero no dejó de manifestar tristeza en sus ojos.

Con las lágrimas cubriendo su rostro dijo: 'Quiero una vivienda y que mis hijas tengan un bienestar'.

'Le pido al Gobierno nacional una ubicación para mi familia y los demás afectados lo más pronto posible, porque estamos ocupando un espacio que es de beneficio de los estudiantes', sostuvo la mujer.

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Por otro lado, Erika Arévalo narró que su vida cambió en un abrir y cerrar de ojos por no disponer de un hogar ahora.

Al lado de la I. E. San Antonio del municipio de Piojó también fue habilitado otro espacio para las familias damnificadas, en el cual Arévalo le dijo a EL HERALDO que 'extraña todo' de su hogar.

'En este momento la prioridad de nosotros es tener una vivienda, un espacio propio', agregó.