En medio del caudaloso río Magdalena está ubicada la isla Cabica, un pedazo de tierra que durante años ha estado en medio de un diferendo limítrofe entre Atlántico y Magdalena, el cual parece no tener final alguno.
Mientras se resuelve dicho debate de vieja data, más de 300 familias viven sumergidas en la 'orfandad'. Su diario vivir se traduce a la absoluta 'precariedad' por no disponer de una vivienda digna ni acceso a salud y educación de calidad, así como tampoco cuentan con oportunidades de empleo para su subsistencia.
Un equipo periodístico de EL HERALDO se trasladó hasta isla Cabica para conocer de cerca el sentir de sus habitantes, quienes aseguran sentirse 'aislados de la civilización'.
Debido al mal estado en que se encuentra la única vía de acceso a causa de las lluvias, los pobladores deben recurrir al transporte fluvial para entrar o salir de la isla. Desde el mercado municipal o el barrio 7 de Agosto de Soledad sale, de forma recurrente, una embarcación con destino a Cabica. Son necesarios, por lo menos, 30 minutos navegando en las aguas del indomable Magdalena para llegar hasta este terruño.
Al llegar se divisan decenas de casas de tabla e improvisados cambuches creados con plásticos. Algunos sectores de la isla se encuentran prácticamente inundados debido a los altos niveles que el Río ha logrado para esta época del año. Los lugareños utilizan esas aguas para realizar sus labores domésticas, una alternativa para vivir debido a que no cuentan con el servicio de acueducto.
Así lo ratificó Judith Lugo González, quien sentada en la terraza de su humilde vivienda relató que tras recoger el agua en pimpinas, lo mezclan con un producto blanqueador para 'poderla consumir y utilizarla para cocinar'.