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Con el pasar de los años, la explotación minera se ha convertido en una 'peligrosa' actividad a cielo abierto que ha crecido generando afectaciones al medio ambiente y a la calidad de vida de los habitantes de los municipios del Atlántico donde se desarrolla.

Los recursos que son extraídos en improvisadas canteras, como el caso de la piedra china, caliza, ciclópea, arena y otros minerales, suelen ser destinados al sector de la construcción, así como en la fabricación de vidrio, objetos ornamentales y demás materiales que también generan empleos en distintos sectores del departamento.

Para algunas comunidades de los municipios de Luruaco, Repelón, Santo Tomás, Galapa, Baranoa, Sabanalarga, Juan de Acosta, Puerto Colombia y Manatí, es 'alarmante' las afectaciones que viene sufriendo la corteza terrestre y la transformación de los paisajes a raíz de esta práctica, que también ha conllevado a la pérdida de cultivos, afectaciones a la fauna y embates a la atmósfera.

Frente a esta situación, EL HERALDO realizó un recorrido por algunas poblaciones del Atlántico en donde se desarrolla la minería para conocer de cerca la postura de las comunidades respecto al tema.