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En El Tiburón, una pobrísima invasión de Soledad que fue levantada sobre un ‘colchón’ de desperdicios, hay tres fenómenos que a toda hora les muestra sus ‘dientes’ a sus habitantes: en el día ataca el hambre, en la tarde los mosquitos y en la noche las culebras.

Las ratas se pasean por las vajillas y las esteras donde están postrados los discapacitados, mientras que los renacuajos, una centena de larvas que a simple vista causan asco, ‘nadan’ en el mismo charco de aguas empozadas, repletas de basuras, piedras y restos de comida donde los niños y jóvenes juegan en sus tiempos libres.