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Pequeñas partículas de contaminantes como metales, hormonas y fármacos se juntan a los desechos que llegan a las playas que limitan con la desembocadura del río Magdalena. Estos elementos impactan notablemente estos ecosistemas del Atlántico, especialmente los de Puerto Colombia en donde ya se tiene certeza de su presencia.

El descubrimiento hace parte de un conjunto de investigaciones que adelanta la Universidad de la Costa con otras instituciones. Los hallazgos dejan en evidencia la mala disposición que se está haciendo de los residuos hospitalarios, especialmente en la pandemia. El aumento del uso de fármacos, micro-plásticos y en general productos de protección individual como tapabocas agravan la situación.

'Estamos estudiando los principales contaminantes y vimos que el problema es más grave de lo imaginado', aseguró Luis Silva, doctor en Medio Ambiente y Recursos Naturales, adscrito al Departamento Civil y Ambiental de la Unicosta.

Una clara muestra del daño generado es el color gris que se observa desde una imagen satelital en el delta del Magdalena. (Ver mapa).

'Estas playas no deberían ser utilizadas por bañistas, es como nadar en agua de minería o en agua con desechos de hospitales de Colombia', advierte Silva.

Las muestras han sido valoradas en playas como Pradomar, una de las favoritas de los bañistas. Los resultados en detalle del estudio serán revelados por los científicos en unos meses.

Mientras tanto, una investigación publicada en la revista Science of the Total Environment da una lista de fármacos que están siendo utilizados en hospitales y que ocasionan daños al medio ambiente.

En dicho listado figuran 16 principios activos de medicamentos, la mayoría usados para la presión arterial, otros son antiinflamatorios, analgésicos y antidepresivos.

Según el estudio presentado por la Unicosta, los hospitales han dejado al descubierto en sus residuos sanitarios un punto de generación de posibles vertidos de fármacos contaminantes. En aproximadamente el 90 % de los casos, estos farmacéuticos se excretan en la orina y heces de los pacientes después del consumo.

Lo que preocupa, dice el documento, es que la tecnología tradicional que se usa para depurar el agua de los ríos (para que sea potable) no sirve para degradar los medicamentos utilizados en hospitales. Es decir, que terminan contaminando, alterando ecosistemas y afectando la salud de los seres humanos.

El estudio resalta que el mayor impacto en el medio ambiente de los componentes farmacéuticos activos es causado por la eliminación de los consumidores y el menor es debido al proceso de fabricación industrial.

Entornos ambientales como el agua, el suelo, las cadenas productivas de los animales y los seres humanos también se ven afectados por la mala disposición de residuos como medicamentos vencidos, en uso y desuso, que van a parar a las fuentes hídricas.