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Debajo de un frondoso y próspero árbol de tamarindo, con una decena de gallinas de guinea revoloteando entre sus inútiles piernas, que hace unos años dejaron de funcionar debido a una aparatosa caída, ‘Mami Cristi’ goza de un ‘retiro’ fresco y sonriente en la mayoría de sus días. Se siente la patrona y el centro de interés de un pueblo en el cual es de una de las personas con mayor número de años de vida a sus espaldas, por eso es que su patio, un amplio terreno lleno de cerdos, patos, perros y pericos que domina a sus anchas, siempre es punto fijo de encuentro para cualquier persona necesitada de una buena conversación o de la infinidad de anécdotas que tienen en su repertorio los más experimentados.

María Cristina hace un par de almanaques que superó los 80 años, aunque hay dudas hasta entre sus propios familiares sobre la edad precisa, un transcurso sin pausa del tiempo ha hecho mellas lógicas en su cuerpo. Habla con dificultad, tiene mareos cada tanto y la cabeza le duele y la fastidia si se queda adentro de su casa mucho tiempo. Debido a eso prefiere el aire fresco, las charlas con amigos y estar cerca del fogón de leña, una rutina que la 'rejuvenece', pero que no la hace olvidar que ha vivido bastante, que su cuerpo es frágil y que no puede estar dando tanta lidia, por lo que debe minimizar riesgos si quiere estar más cerca de su deseo: superar los 100. 

En estos tiempos ‘Mami Cristi’ sabe que existe el coronavirus, que mucha gente ha muerto a causa de esta enfermedad y que prontamente iniciará un proceso de vacunación contra este mal en Colombia, pero ella se niega a aceptar un medicamento que no entiende y que nadie –según ella– le ha explicado si podría generarle efectos adversos.