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El puente Pumarejo, la emblemática obra de ingeniería vial de la Región Caribe que los barranquilleros muestran con orgullo, cumple este domingo su primer aniversario entre luces y sombras, por las falencias que ha registrado después de su inauguración.

De seis carriles, una longitud del tramo atirantado de 800 metros y una distancia total de 2.173 metros, lo convierte en la estructura más larga de Colombia y la más ancha (38.10 metros de tablero o vía) en Latinoamérica, lo que la ha convertido en un atractivo turístico por su llamativo diseño y la armonía que este hace con el paisaje del río Magdalena, la ciudad de Barranquilla y parte del Magdalena.

Quienes por allí transitan hacen su respectiva parada para capturar una foto y admirar el puente Pumarejo. Otros utilizan el espacio para caminar, trotar y montar bicicleta.

De talla mundial, así es considerado esta obra, sobre el río Magdalena; por ello, la estructura se ha llamado también como ‘El Coloso del Caribe’.

Para Sacyr, empresa que se encargó de la ejecución de la obra, es un 'orgullo' haber hecho parte de lo que consideran 'la más emblemática de los proyectos de la compañía en Colombia'.

Para su construcción, se dispuso de métodos constructivos con tecnología de punta utilizada por primera vez en el país. Uno de los más destacados fue el sistema denominado autocimbra, que se encargó de la construcción del tablero o vía del puente, lo que permitió ejecutar la obra de una manera más eficiente y disminuir los plazos de construcción.

Pese a todas estas bondades, la construcción de este puente trajo consigo varios problemas que han empañado esta megaobra. Una de ellas es para los habitantes del corregimiento de Palermo en el municipio de Sitionuevo, Magdalena, quienes manifiestan que durante la construcción y posteriormente, han sufrido por las constantes vibraciones que sienten por el transitar de las mulas y camiones.

'Se siente la vibración bastante, todo el día cada vez que pasa una mula todo esto vibra. Ahora se dañó el sube y baja y hay un hueco en la carretera, las mulas no lo ven y pasan a toda por lo que se siente más, eso nos pega unos sustos porque suena como si hubiese un accidente', relató Luz Nelly Rincón.

Así mismo, los habitantes aledaños al puente han tenido inconvenientes por las grietas que se han ido expandiendo en sus viviendas a raíz de la vibración. Según ellos relatan, el Instituto Nacional de Vías (Invías) –que responde por la obra– ha realizado visitas al lugar para percatarse de la situación.

'Con el nuevo puente se siente mucha vibración y se nos han ido deteriorando las casas, hace dos meses estuvo Invías y que venían a arreglar, pero luego dijeron que eso no les correspondía a ellos y no han venido más. Vivimos con miedo de que se meta una mula a las casas porque no hay iluminación en la subida del puente y eso queda a oscuras', manifestó Elizabeth Tarazona.

Otra de las problemáticas que ha empañado el Pumarejo, es el vandalismo y el deterioro del mismo. El robo de cables y las luminarias que se encuentran a lo largo del puente ha sido una de las constantes luchas que han tenido las autoridades encargadas, pues vándalos se han dedicado a hurtar cables, anclajes de material eléctrico, iluminación de la parte atirantada y tuberías de drenaje, de las que extraen el cobre.

Fue por eso que durante una mesa técnica en que participaron el Instituto Nacional de Vías (Invías), la Alcaldía de Barranquilla, la Cámara Colombiana de Infraestructura (CCI) Capítulo Norte y el Comité Intergremial del Atlántico, se selló un compromiso para evitar que se siguieran presentando actos vandálicos.

El óxido en las barreras laterales de seguridad es otra de las problemáticas que tuvo durante su primer año la obra. Aún se observa varios tramos de barandas oxidadas al punto de desprenderse.