La familia de Candelario Gutiérrez Hernández dice que el anciano de 80 años se murió dos veces. Contra todo pronóstico médico y amparados en su fe, sus 11 hijos e incontables nietos se aferraron a su cuerpo hasta los últimos instantes, 10 horas después de que fuera firmada el acta oficial de defunción.
El suceso del año en Ponedera, como lo han llamado varios de los habitantes de este municipio del Atlántico, tomó por sorpresa a los Gutiérrez, a quienes desde hacía meses se les había notificado de lo inminente que sería el fallecimiento de su patriarca.
A las 8:30 de la mañana del cinco de noviembre falleció, de manera oficial, Candelario Gutiérrez, según lo certifica el acta de defunción de la Clínica El Prado de Barranquilla; pero para sus seres queridos, y para quienes los acompañaron hasta su hogar en Ponedera, su alma abandonó el cuerpo a las 6:30 de la tarde. Entre rezos, alabanzas y algarabía vivieron sus familiares la supuesta resurrección, que reunió a un centenar de personas a las afueras de la vivienda, ubicada en el sector de la Tortuga de ese municipio.
'Démosle las gracias a Dios, que él es quien trajo a nuestro padre de regreso', fueron algunas de las frases pronunciadas por sus hijas al momento en que -tantas horas después- el anciano empezó a 'mover las manos y las cuencas de los ojos'. Ya trasladado a Ponedera, en medio de la tristeza y el duelo por la pérdida de un ser tan especial y amable, como fue descrito Candelario, los movimientos repentinos del fallecido conmocionaron a la familia y a los curiosos que estaban en el lugar. Según ellos, estaban presenciando un milagro. 'Mi papá estaba vivo', dijeron.
Después de ser declarado muerto, 'y de que el médico y las enfermeras dieran el dictamen final', tal y como lo contó Yoryenis Gutiérrez, hijo del difundo Candelario, se trajeron el cuerpo hasta Ponedera. Ya en el pueblo -y con el objetivo de iniciar lo más pronto posible los trámites funerarios- llamaron al encargado de maquillar a los muertos, 'que lleva muchos años en Ponedera', pero que rechazó arreglar el cuerpo del fallecido. 'Este señor está vivo, y yo así no trabajo', fue lo que le dijo a las hijas, que -anonadadas y conmocionadas- contactaron 'a un médico que iba pasando por la calle'.