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'Cada vez que salía de la hemodiálisis me daba depresión y a veces pensaba que me iba a morir porque no llegaba el trasplante'. Estos momentos difíciles los vivió José Manuel*, de 50 años, en 2014 cuando le diagnosticaron diabetes e hipertensión, enfermedades que conllevaron a un problema renal. Por esa razón requería un nuevo riñón.

El órgano lo recibió el pasado 29 de mayo en una cirugía realizada en la clínica La Asunción, la cual tardó unas 6 horas. 

A este procedimiento pudo acceder por el programa de trasplantes y donación de órganos, coordinado por la Secretaría de Salud departamental, que desde el 1 de enero hasta el 30 de junio del presente año ha realizado 33 operaciones de este tipo, cuatro más que en 2017 cuando se hicieron 29, pero en un año.

Desde 2014, que presentó los síntomas, José se acercó a su EPS Cafesalud y esta lo ingresó a la lista de espera de órganos en el centro médico Colombiana de Trasplantes, ya que sus familiares no podían concedérselo por problemas de hipertensión y diabetes. 

Mientras esperaba, las complicaciones y sufrimientos fueron surgiendo a medida que pasaba el tiempo. Primero tenía problemas de peso, dolores de cabeza y orinaba poco; luego tuvo pérdida de apetito y dejó de consumir alimentos como pescado, potasio o mariscos, porque tenía el fósforo y potasio alto.

Por estas razones, un año y medio después, empezó a realizarse el procedimiento de hemodiálisis día de por medio (lunes, miércoles y viernes), por cuatro horas diarias, para mejorar esos inconvenientes y así alargar el periodo de espera del riñón.

José Manuel recordó que las muestras de suero que le mandaban los galenos (consiste en sacar la sangre por unos tubos, limpiarla y nuevamente ingresarla) le mejoraban un poco su calidad de vida, pero era muy doloroso.

'El progreso llegaba por horas, pero al rato otra vez me sentía mal porque habían efectos secundarios: taquicardia, recaídas y me descomponía físicamente. Pensaba a veces que me iba a morir, me deprimía mucho', dijo el paciente.

Al verse cada vez más complicado, recuerda que imploró por un trasplante. Al poco tiempo, en mayo, recibió la noticia de que había un riñón disponible. Verificaron la compatibilidad con 'el donante cadavérico (persona fallecida)' y lo sometieron al procedimiento.

'Recuperé la vida, me siento en mi plena juventud: como de 20 años. Físicamente mejoré mi apariencia y se me quitaron muchos problemas de salud. Debo tener cuidados, como todo, pero no tengo limitantes. Puedo trabajar o viajar si quiero', indicó el hombre que trabaja como administrador en un restaurante de comida china en Barranquilla.

José manifestó que antes de sufrir la enfermedad no se oponía a la donación de órganos, pero cree que le faltaba información. 'Si ahora alguien viene necesitando alguna parte de mi cuerpo, no dudaría en ofrecerla si está dentro de mis posibilidades. A mí me salvaron la vida y ni siquiera supe quién fue, por tanto se lo agradezco', agregó.