Compartir:

Por: Erick González G.

Periodista Unidad para las Víctimas

¿Cómo se supone que pueda enseñar literatura si ellos no creen que uno tiene algo significativo que compartirles?, pregunta Adrien Brody en su papel de profesor sustituto en una escuela de alumnos problemáticos en la cinta Detachment (Tony Kaye, 2011). El personaje de estas líneas podría congeniar con esa cuestión, podría ser el alter ego de los docentes protagonistas de Semilla de maldad (Richard Brooks, 1955), Al maestro con cariño (James Clavell, 1967), Conrack (Martin Ritt), El rey de los niños (Chen Kaige, 1987), La clase (Laurent Cantet, 2008), que en aulas marginales o rurales pretenden que sus alumnos sientan que su vida tiene significado.

El personaje de estos párrafos es Raúl Antonio Ferrigno, de 55 años, víctima del conflicto armado por el homicidio de su hermano y por desplazamiento, quien es profesor sin serlo: no tiene una licenciatura ni tampoco un diploma que lo acredite como profesional ni como tecnólogo ni como técnico, pero se aferra a sus cinco semestres de Ingeniería Agronómica y a su decepción para dar clases o refuerzos, nombre con el que bautiza su labor con niños de primaria y jóvenes de bachillerato que tambalean con ciertas materias en los colegios del corregimiento de Orihueca, del municipio de Zona Bananera, en el departamento del Magdalena, a una hora de Santa Marta. 

'No sé cómo sucedió. Hacia el 2008 comencé a explicar a los vecinos las tareas de los niños, luego las de los jóvenes', dice después de un tiempo para darle el visto bueno a su memoria.

Sus clases no son a domicilio como lo haría un tutor particular. Al contrario, como el flautista de Hamelin, niños y jóvenes van donde él porque tiene la facultad de hacer comprensible lo que en el colegio es inextricable. Disculparán el uso de este adjetivo que significa intrincado o confuso, pero sirve de metáfora del embrollo mental con el que llegan los estudiantes de las instituciones educativas del corregimiento.

Su aula está compuesta por el andén, la calzada arenosa, mesas, sillas y la piedad del sol. En el tablero de acrílico colgado al frente de la ventana de la pared de su casa, Raúl explica ecuaciones, fraccionarios, fórmulas, gramática española e inglesa, la conjugación del verbo to be, pero tal vez el to be or not to be, esa cuestión del ser alguien en esta vida, sea lo más valioso que enseña. 'Trato que los muchachos estudien, que progresen, porque yo me siento un poco frustrado por no terminar mis estudios, y eso fue lo que me impulsó'.