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A pesar de la luz natural del amanecer a las 6:06 a.m. de ayer, algunas velitas encendidas en la madrugada por la celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción seguían iluminando, apoyadas por faroles que se mantenían firmes en el suelo, otros ya estaban regados en el piso junto con las espermas apagadas, vigilados por niños y adultos que no se dejaron vencer por el sueño.

El panorama anterior indicaba que la primera de las cuatro fiestas, enumeradas por Adolfo Echeverría en la composición de una pista musical e interpretada por Nury Borrás y Diomedes Díaz en dos géneros, había culminado y el guayabo que generó esta celebración apenas empezaba.

Una de las casas donde las velitas se resistían a apagarse era la de Hermes Severiche, en el barrio La Florida. El santandereano, que reside desde hace 18 años en Barranquilla, destacó la tradición de encender velitas en la madrugada del 8 de diciembre, teniendo en cuenta que en el interior del país se prenden, normalmente, en la noche del 7.

'Aquí la tradición es diferente y aprendí de eso. Siempre nos levantamos a las 3:00 a.m. para prender las velitas, pero esta vez lo hicimos junto con la familia a las 4:00 a.m. Ya recogimos unas que ya estaban gastadas, pero aquí estamos hasta que se apaguen todas', manifestó el hombre.

Mientras que en la calle 72 con carrera 23, del barrio San Felipe, Ana Victoria Rodríguez no solo salió a la terraza con un equipo de sonido, faroles y velas para participar de la celebración, sino que también expuso una figura de yeso que representa a la virgen de la Inmaculada en la puerta de su vivienda.

'Mi mamá fue quien nos trasladó esta tradición y así hemos continuado en nuestros hogares. No saco todos los días la virgen, solo los días en que se celebra desde las 3:00 a.m. que prendemos las velas hasta el amanecer', dijo la mujer.

La amanecida de los barranquilleros, aunque se desprendía de la Noche de Velitas, tomó un color rojo y blanco alusivo al Junior. Las banderas con el escudo del equipo fueron desplegadas en las ventanas de las casas y hasta se elevaron oraciones por un título del club mientras prendían las espermas. Al menos así lo confesó Juan Miguel Redondo.

'Si las velas se apagan, se vuelven a prender, es una tradición de muchas décadas. Recé por la octava estrella de Junior', sostuvo Redondo, quien se vistió con la camiseta del equipo de fútbol junto con otro familiar apenas amaneció.