Varias alertas rojas y declaraciones de calamidad pública se han encendido a lo largo de la región Caribe debido al recrudecimiento en las últimas semanas de la temporada invernal. El número de damnificados, el desbordamiento de ríos, las afectaciones por las lluvias, los deslizamientos y los derrumbes se han vuelto ‘pan de cada día’; sin embargo, lo más preocupante es que –de acuerdo con la información entregada por el Ideam– la situación seguirá de largo, lo que pone en riesgo –sobre todo– a miles de familias de escasos recursos que viven en las riberas de los cuerpos de agua o en zonas endebles de las montañas.

Precisamente, en esta semana, una persona falleció en la Sierra Nevada de Santa Marta a causa de una avalancha. El hecho ocurrió en el caserío Machete Pelao, en donde un indígena de la etnia Kogui que se movilizaba en una motocicleta fue arrastrado por la fuerza de la corriente de tierra y agua. Su cuerpo fue encontrado a más de 300 metros de donde ocurrió el siniestro. En la noche de ese jueves, además, 30 familias lo perdieron todo a raíz del desbordamiento del río San Diego.

Según datos entregados por la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, los diferentes eventos dejan afectadas a más de 33.705 familias, que abarcan a 93.274 personas en el país. Debido a estas lamentables situaciones, 79 colombianos han perdido la vida, otros 91 resultaron heridos y 10 continúan desaparecidos.

Asimismo, en materia de infraestructura, se han reportado afectaciones en 15.818 viviendas, siete centros de salud y 107 instituciones educativas.

Los daños causados por la ola invernal no solo afectan a Magdalena. Córdoba y Sucre, los departamentos que están bajo el agua desde el año pasado por el rompimiento de un muro de protección en San Jacinto del Cauca, Bolívar, reportan cada semana aumento en la cifra de damnificados.

La situación es verdaderamente preocupante en La Mojana porque el boquete de Cara ’e Gato, que desde 2021 ha afectado a más de 100 mil personas, sigue abierto, lo que, sumado a las lluvias recientes, genera que esta región sea incapaz de servir de sumidero, su principal función en la Costa Atlántica.

Asimismo, el sur del Atlántico, el territorio más afectado por la ola invernal del 2010, está expectante de lo que suceda en la frontera con Bolívar luego de que las aguas del Canal del Dique abrieran un chorro en San Estanislao de Kotska, afectando a cerca de 2.000 familias. La situación es mucho más preocupante si se tiene en cuenta que los niveles del río Magdalena han aumentado considerablemente.

En Barranquilla la situación es igual de compleja. La capital atlanticense ha estado bajo el agua tras la actividad de una onda tropical localizada sobre el occidente del mar Caribe, junto con la Zona de Convergencia Intertropical que ha generado abundante nubosidad y precipitaciones en amplias zonas de la región Caribe.

Eso sí, aunque son fenómenos imposibles de controlar, la cultura ciudadana debe salir a relucir en estos momentos para evitar mayores estragos. En los últimos días, la ADI realizó la limpieza de los sumideros y la construcción de tapas de los box coulverts del sector de la calle 30 con carrera 41, y aunque el trabajo se realizó sin contratiempos las cuadrillas de limpieza se encontraron con miles de botellas plásticas, platos de icopor y toneladas de basuras, una serie de desperdicios que afectan estas obras, construidas precisamente para evitar inundaciones.

Las lluvias seguirán y las alertas deben permanecer encendidas, pero la ciudadanía también debe poner de su parte. La emergencia nos compete a todos.